akatsuki la carta cadena (by:: mimiko de ns)

Era una mañana tranquila como todos los días. El sol salía por encima de los árboles que tapaban el horizonte, y los pajaritos cantaban felices. Era la mañana perfecta.

Las cortinas negras se abrieron y el sol entró por la ventana. Ese hermoso calor penetraba su alma y unas cosquillitas recorrían su cuerpo. Era una entrada perfecta hacia un nuevo día. Asomó sus ojos blancos por la transparente ventana, mirando al exterior de la cueva, hacia el hermoso jardín que Zetsu se encargaba de cuidar meticulosamente.

Salió de la ventana con una parsimonia impresionante, tomando su capa negra con nubecitas rojas de los pies de la desordenada cama. Con sus pantuflas de conejitos, con los pelos hechos un nido de horneros y los ojos que rebosaban de lagañas, Pein se dirigió al baño para el aseo personal diario.

Veinte minutos de estar encerrado en el baño

Habiendo salido de la ducha limpito y reluciente, se dirige otra vez hacia su habitación, para ponerse su ropa. Ese día había empezado con el pie derecho. Demasiado extraño, teniendo en cuenta que estaban los otros nueve Akatsukis en la cueva. Tampoco le importó tanto. Volvió a su mundo de rosas y mientras se calzaba los bóxers tarareaba una canción.

-¡PEIN! Peiiiiiiiin… Tobi se tragó una avispa.- Los problemas empezaron. Era Kisame, que traía una especie de paleta… Que Pein ya se hizo la idea de para qué era.
-¿Le vas a partir la tabla en la cabeza si no se calma?- Preguntó el peli naranja, que mirando la enorme tabla que sostenía el hombre pez, se olvidó de vestirse… Pero ya era tarde.

Detrás de Kisame, apareció una muchacha de cabellos azules, ojos de igual color, y una rosa de papel en la cabeza. Tenía las manos coloradas de tanto “ayudar” a Tobi con la avispa. Vio a Pein en bóxers, y un grito de horror se escapó de ella.

-¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!! ¡DEPRAVADO! ¡¡¡TAPATE!!!- Le gritaba histérica mientras se tapaba la cara, completamente espantada. Salió de la habitación al mejor estilo de una marimacho, bajo las impresionadas miradas de Pein y Kisame.

-Bueno Pein, ella tiene razón. Vístete, y cuando estés listo ayúdanos con Tobi.- Le animó Kisame, mientras la puerta se cerraba tras de sí, dejando al líder Akatsuki confundido, semidesnudo y despeinado.

-“Ya me parecía que este día era demasiado perfecto como para durar más de una hora. Bueno, ajo y agua”- Pensaba mientras sus manos se dirigían hacia la ropa que había dejado arriba de su “cama”, por así llamarla.

En cinco minutos

Habíase vestido completamente. Así que cerró la puerta con llave y miró a los lados, como para cruzar una avenida. Luego de mirar, se sonrió y caminó hacia todo el griterío, que provenía del hall.

-Tose… Tose… ¡Tose Tobi!- Sasori trataba vanamente de ayudar al enmascarado, que se debatía en el suelo, mientras que con ambas manos, se tomaba el cuello de forma tal que en vez de atragantarse por la avispa, se ahorcaba él mismo.

Los otros Akatsukis lo miraban divertido, y hasta hacían pequeñas apuestas a ver si se ahorcaba o su medio gramo de cerebro reaccionaba. Pein entró en todo ese barullo, y vio tal escena de los ocho Akatsukis.

Salió de la puerta y se acercó a Tobi, que seguía revolcándose como un puerco, gritando cosas incoherentes como: “Tobi va a morir”, “Tobi mal chico” y “Quiero chocolate”. Entre todos los miembros de la organización se reían como locos, salvo Pein, que se aguantaba la risa como podía.

Sentó a Tobi en el suelo, y con la palma abierta, le dio una fuerte palmada en la espalda, con lo que él escupió la “avispa”. Una pasa de uva que estaba en el nuevo pan francés de la panadería de la esquina.

-¿Tanto ruido por esto? Nunca un p*to día de paz. Nunca una tarde tranquila, sin dramas ni Tobi. ¿Acaso no saben que molestar al Líder Akatsuki es malo para la salud??- Les gritaba a los presentes mientras ocho miradas atónitas caían sobre Pein mientras más los retaba. Un pequeño tic nervioso salía del ojo blanco del peli naranja. Y mientras más hablaba, más evidente era el tic.

-Eh… Pein, tranquilízate, que la vida es un arte como para mancharla con la negra pintura del estrés.- Le dijo Sasori, tomándolo por los hombros, y con un gesto solemne, miraba el techo como si estuviese mirando al mismísimo Dios.
-Ajá… Claro si, si…- Le respondió mientras sacaba las manos de la marioneta de sus hombros. De pronto, una maquiavélica idea se cruzó por su mente. Sabía que el más mínimo error, llevaría sin duda alguna a la desgracia, pero… Como decía Kakuzu: “El que no arriesga, no gana. En especial cuando hay una inversión muy grande”.

Con una voz muy potente, le gritó en el oído a Tobi a tal punto de quitarle los tímpanos:
-¿Quién quiere ir al parque?-

La respuesta no se hizo esperar. Alzando las manos, Tobi dijo casi al mismo tono que el de Pein anteriormente:
-¡¡¡YOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!- Mientras tomaba de la mano a Zetsu y a Deidara. Todos los demás se temieron lo peor. Debían ir con Tobi. El horror en la cara de los chicos era indescriptible.

-Pein sama… Esta noche es Halloween, y no hicimos los disfraces. Necesitamos quedarnos.- Fue la patética excusa de Deidara, a lo que Pein ya le tenía preparado el contraataque.
-Konan se queda y los hace por ustedes. Solo díganle que quieren ser y ella los tiene listos para la noche.- Le sonrió forzadamente, mientras que Konan lo miraba con odio y mascullaba.
-Pein y la repu…- Calló sabiendo que si él la escuchaba, quedaría muy mal parada.

Empujándolos a todos hacia la puerta, Pein iba deshaciéndose de ellos. Y con un “Adiós, vuelvan cuando quieran (O no vuelvan, mejor)” se despidió de los siete akatsukis.

Cerró la puerta de golpe, y apoyó la espalda. Respiró unos segundos, y un tímido ojo blancuzco se escapó de la mirilla. Los vio irse. Nunca jamás en su vida había experimentado tanta felicidad. Ni siquiera el día en que, volando en un pájaro de arcilla de Deidara, cayeron “accidentalmente” en una playa nudista.

Sacó la espalda de la puerta, y se dirigió a la cocina a comer algo. Una sonrisa muy grande se dibujó en su rostro, y tarareando una canción, va hacia su destino.

-Oye, ¿Hacia donde vas?- Delante suyo se hallaba Konan, enojada y con los brazos cruzados. Muy mala señal.
-A la cocina. Tengo hambre.- Le respondió con desgano Pein. Trató de pasarla, pero ella se metió en el medio, para taparle la salida.
-Tenemos que hablar- Volvió a decirle ella, esta vez en un tono muy serio.

Él la miró con sorpresa. Forcejeó un poco para salir, pero ella hacía más fuerza para no dejarlo pasar. La lucha Titánica empezaba.

-Konan, déjame pasar. Ahora.-
-No, quiero que me contestes una cosa.- Dijo ella enojada.
-Déjame pasar. Última advertencia.- Le respondió con el mismo tono de ultimátum que utiliza para ponerle el alto a Tobi con las galletas.
-No. Nadie me obliga.- Realmente, parecía una quinceañera.
-¡¡¡QUE ME DEJES PASAR, COÑO!!!- El grito de Pein puso a Konan helada. Y como quien no quiere la cosa, lo dejó pasar. Pein volvió a tararear la cancioncita bajo la mirada de odio puro de ella.

Él se volvió, y miró a Konan de arriba abajo. Esta vez, no la miraba con impaciencia, ni con odio, ni con ganas de meterle un par de medias en la boca para que no hablara de sus sentimientos. Su blanca y delicada tez… Sus ojos azules y su cuerpo… “¿¿Porqué pienso en Konan?? Ya no se que hacer. Desde la mañana… Cada vez que la miro parece que está en bikini… ¿¿¿Acaso la pelea con Jiraya me habrá hecho un pervertido??? Debe ser… No, no puede ser. Sasori me tiene que prestar la marioneta terapeuta”